Notas

Mujeres constructoras: cómo y por qué el Gobierno de La Rioja forma a electricistas, plomeras, albañilas y soldadoras

Una política pública articulada entre el Estado provincial y la Universidad Tecnológica Nacional ofrece capacitaciones para incluir a mujeres en un rubro que es de los que más movilizan la economía y que emplea en un 95,7 % a varones. En 2021 hubo veinte egresadas y se espera que en 2022 haya entre 80 y 100. El objetivo es generar empleo de mayor calidad e ingresos que los que les ofrece mayoritariamente el mercado laboral a las mujeres y derribar prejuicios sobre sus posibilidades en el sector. “No puedo cargar una bolsa de cemento al hombro, pero llevo dos en carretilla”, dice Constanza Rezinovsky, una de las flamantes constructoras.

Constructoras. Así se llama el programa del Gobierno de La Rioja que busca empoderar a mujeres y disidencias mediante la formación como albañilas, electricistas y plomeras.

“En primer lugar, pretendemos romper prejuicios, poner en agenda que las mujeres podemos trabajar en sectores masculinizados. En segundo lugar, abrir el camino para que las mujeres formen parte de las empresas constructoras ya no solo como administrativas o profesionales, si no también en la obra”, sostiene Julieta Calderón, ingeniera industrial y secretaria de Industria, Pymes y Comercio de la provincia, área que coordina el programa.

Generar empleo para las mujeres en la construcción es importante “porque es uno de los cuatro sectores —junto con transporte, industria y energía— que más crecieron en el último tiempo en la provincia y de los más masculinizados”, explica Calderón.

La primera camada de mujeres constructoras cursó las capacitaciones entre julio y noviembre de 2021. Arrancaron 60 y completaron la formación —en albañilería, instalación sanitaria e instalación eléctrica— 20 mujeres. Hoy, con acompañamiento del Estado provincial, varias de ellas están trabajando para conformar un emprendimiento desde el que ofrecer sus servicios.

Ninguna se ha sumado a una obra en construcción que ya se esté ejecutando. “Algunas tienen miedo de ingresar a un lugar donde tal vez haya 90 varones trabajando y ellas sean solo una o dos”, acota Calderón.

El informe Fortalecer la recuperación económica con más igualdad de la Mesa Federal de Políticas Económicas con Perspectiva de Género muestra lo relevantes que pueden ser este tipo de capacitaciones si se pretende achicar la brecha de género en el ámbito laboral.

“El impacto de la pandemia en la actividad económica y el empleo fue más alto en sectores que emplean mayoritariamente mujeres (servicio doméstico, enseñanza, salud, servicios sociales) y en los más informales. En cambio, en los sectores más dinámicos de la economía (construcción, tecnología, industria), que a su vez son los que con más rapidez se recuperaron en 2021, ellas están subrepresentadas”, dice el estudio.

Constructoras busca reducir brechas en un sector en el que según el informe de la Mesa Federal los varones representan el 95,7 % del empleo. Al mismo tiempo que desde el Ministerio de Economía reconocen que “el sector es estratégico para dinamizar la economía y que las políticas de inclusión aceleran la recuperación”.

“Desde Constructoras impulsamos a las mujeres para que hagan trabajo fuera de sus entornos familiares”, cuenta Fernanda Moreno, arquitecta y docente del programa. Pero, sigue, “hay una cuestión cultural por la que las mujeres creen que no pueden y el cliente piensa lo mismo”. “Estamos trabajando para que los clientes se den cuenta de que las mujeres pueden tanto como los varones”, agrega.

En 2021, en uno de los encuentros de la Mesa Federal de Políticas Económicas con Perspectiva de Género —que reúne a funcionarias de 20 provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y que coordina Mercedes D’Alessandro, desde la Dirección de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía nacional—, Calderón contó cómo se desarrolló e implementó Constructoras. Así, Iara Tejeda Martínez, directora de Economía, Igualdad y Género de Chaco, conoció detalles del programa. A partir de ahí, el Gobierno chaqueño comenzó a intercambiar información con Calderón y hoy evalúa, junto con distintas organizaciones del sector de la construcción, implementar una política pública similar.

Los avances y las barreras

“Algunas de las mujeres que se inscriben estudian arquitectura y quieren ver lo práctico en nuestros cursos. Otras, quieren resolver los problemas de sus casas: no tiene revoque, necesitan hacer una instalación, poner un piso”, cuenta Calderón.

Constanza Rezinovsky tiene 19 años y es una de las 20 egresadas de la primera camada del Programa Constructoras. Vive en la ciudad de La Rioja y egresó de la escuela técnica como maestra mayor de obra en plena pandemia, casi sin poder hacer prácticas durante el último año. En la primera mitad del 2021, una profesora que había tenido en el secundario le contó sobre el Programa Constructoras. No dudó y se inscribió.

“En los cursos había chicas de mi edad con hijos, mujeres mucho más grandes que eran amas de casa o profesionales. En una de las prácticas, construimos e instalamos en la casa de una compañera la cocina y el baño”, cuenta Constanza. Luego, durante el verano, se salió un cerámico de su habitación y se rompió un toma corriente del patio de su casa y pudo arreglarlos.

A Constanza, lo que más le impactó del programa fue “poder resolver cuestiones constructivas de la casa nosotras mismas, sin necesitar llamar a un tercero (un electricista o un plomero) que en general es hombre”.

Una cuestión que se suele poner en juego cuando se piensa en las mujeres haciendo los trabajos típicos de la construcción es si existen barreras físicas, por ejemplo, para trasladar una bolsa de cemento. “Es cierto, yo no podía cargarla al hombro, pero llevaba dos en carretilla”, responde Constanza, que en este momento está haciendo su ingreso a la Universidad Tecnológica Nacional para la licenciatura en Seguridad e Higiene. “En un futuro quisiera ejercer como maestra mayor de obra”, dice.

Pero sabe que el recorrido para lograrlo recién empieza. Durante la cursada, con sus compañeras fueron a una obra donde trabajaban unos 25 varones. “Unos 20 se alejaron y no quisieron interrelacionarse con las chicas. Solo cuatro o cinco se integraron y trabajaron muy bien. Luego, había que cortar una losa y los varones no querían que ellas subieran porque decían que se iban a lastimar. Después de insistir, las chicas subieron y cortaron la losa a la par de ellos”, detalla Moreno.

Cómo se implementa y mejora el programa

La cursada se desarrolló en un centro vecinal del barrio Alta Rioja y en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). “Las egresadas van a tener una certificación de la UTN y del Ministerio de Educación”, informa Calderón.

Si bien la primera experiencia es considerada un éxito, desde el Gobierno riojano creen que hay mucho por mejorar. Es que se anotaron unas 500 mujeres para hacer las capacitaciones y tras el proceso de selección quedaron 60, de las cuales egresaron 20.

“El principal motivo por el que varias quedaron en el camino fue la intensidad del curso. Durante seis meses, cursaron seis horas los viernes y cuatro los sábados. Muchas son madres, viven en condiciones de mucha vulnerabilidad y tienen tareas de cuidado que no pueden relegar”, explica Calderón.

Por eso, para este año, se diseñaron de otra manera las capacitaciones que arrancan en abril. Se van a ofrecer cursos en instalación eléctrica,construcción en seco, instalación sanitaria, albañilería y soldadura —esta última es una demanda más de la industria que de la construcción—. Cada una de las especialidades se dará por separado en cursos de dos meses (en lugar de seis) con el fin de que en períodos más cortos se logre aprender un oficio concreto.

En el programa estiman que quedarán seleccionadas unas 180 personas, 30 por curso, y que egresarán entre 80 y 100. “Esa sería una muy buena tasa de egreso para una segunda camada”, sostiene Calderón.

Contar con la voluntad política de los gobernantes y que esta se traduzca en un presupuesto que permita llevar a cabo el programa, es otro de los requisitos fundamentales, destaca la secretaria de Industria, Pymes y Comercio.

En el caso de La Rioja, el año pasado se dedicaron 2,5 millones de pesos a solventar el programa: pagar los sueldos de los y las docentes, los materiales y herramientas para las prácticas, además de sostener un espacio con maestras que se ocupaban de los hijos y las hijas de las estudiantes que lo requerían y el pago de la tarjeta SUBE a quienes lo necesitaran para viajar. También, al comenzar la cursada, se les proveyó a las inscriptas de una bolsa con guantes, casco, calzado y anteojos de seguridad, cinta métrica, regla y un kit escolar.

Para el 2022 se previó un presupuesto de 10 millones de pesos. Durante la cursada las asistentes podrán usar los elementos de seguridad y trabajo provistos por el programa y al egresar se les dará una bolsa con los elementos propios. Explica Calderón: “Así, buscamos no entregar equipos que las que abandonan la formación no van a poder usar”.

Los espacios de cuidado para los hijos y las hijas de las estudiantes durante el tiempo de cursada siguen estando previstos, porque son fundamentales para que ellas no abandonen el programa.

María De la Vega tiene 32 años y es otra de las 20 egresadas de 2021. Ella vive en la capital riojana con su pareja y su hija de 9 años, que fue varias veces con su mamá a las capacitaciones y se quedó en el lugar en el que las maestras ofrecían actividades.

“Fue de gran ayuda que nuestros chicos estuvieran supervisados. Porque somos nosotras las que nos hacemos cargo de ellos y saber que estaban cuidados nos permitió concentrarnos. De otra manera, hubiésemos estado pensando en qué estaban haciendo, si se subían a algún lugar que era peligroso o se iban a la calle”, dice María.